Archivo de la categoría: PARÍS
Boda #2
Boda #1
El centauro Neso raptando a Deyanira
Teseo combatiendo al Minotauro
Casandra pide protección a Palas Atenea
Ninfa
Caín volviendo de matar a su hermano Abel
Desde su pedestal, con su cabello ensortijado, Cincinato observa la vida pasar
Transeúntes por La Défense
El hombre del banco
La Torre Eiffel como excusa
Jardín del Luxemburgo
Ingeniándose la vida
Mendigando en el distrito financiero
Basílica del Sagrado Corazón de Montmartre – Basilique du Sacré-Coeur de Montmartre
Una visión muy particular de la Torre Eiffel
Plaza de la Concordia – Place de la Concorde
La Fuente Mèdicis – Jardín de Luxemburgo
Por Fermín Goiriz Díaz
Mientras los jefes del cotarro mundial, unos más que otros, siguen desbarrando con una contumacia que produce escalofríos, he decidido colgar unas fotos de uno de mis lugares preferidos desde que era un chaval, la fuente Mèdicis. Sólo tenía que salir del portal de mi casa, atravesar el paso de peatones de la rue Gay-Lussac y el del boulevard Saint Michel para hacer mi entrada diaria en el lugar donde durante unos cuantos años me dediqué a jugar, pasear, leer o, simplemente, dejar pasar el tiempo… el jardín del palacio de Luxemburgo.
Pero si había un rincón que me atrajo especialmente ese fue la fuente Mèdicis, un lugar donde siempre reinaba la calma incluso los días en que las sillas dispuestas a ambos lados del estanque estaban todas ocupadas, el silencio era el dueño. Los alumnos de bellas artes o de arquitectura haciendo sus bocetos; pintores aficionados o profesionales, quién sabe; lectores que sólo levantaban la vista a modo de reflexión; fotógrafos a juego con el entorno con sus cliks mudos y algún niño que otro admirando los peces del estanque o leyendo el último número de la revista Tintin o, como fue mi caso, leyendo su primera novela en francés y en cualquier otro idioma «Michel Strogoff«. No sé si era la imponente figura en bronce (obra del escultor francés Auguste Ottin) de Polifemo sorprendiendo a Acis y Galatea amorosamente abrazados u otro el motivo, pero no he vuelto a encontrar un lugar que invite, como éste, al ensueño.