Feliz Año Nuevo

Por Fermín Goiriz Díaz

Lo más fastidiado de esto del fin de año es que también es un nuevo aviso de que tu propio fin está cada vez más cerca. Un fin que durante unos años, lamentablemente pocos, ni se te ocurre planteártelo pero con la llegada de cada fin de año el magín empieza a digerir, disimulado con unas copas de champán, que la coña esta de la vida es finita.

Doy por supuesto que alguno que se haya molestado en leer el inicio de este escrito se estará acordando de la madre que me parió y de algún que otro miembro más de mi familia y no sin razón. Porque darle al teclado, en fecha tan señalada en la que el jolgorio en casi todas sus acepciones debería reinar por encima de todo, para plantear tan poco agradable tema, por muy cierto e irreversible que sea es, ciertamente, una mala pasada por no decir una cabronada en toda regla. Pero uno es como es y, parece ser, que eso no lo puede cambiar ni el descubrimiento del bosón de Higgs… por poner algo.

Aún así, y a pesar de que lo que estoy escribiendo es una verdad como un templo, voy a dejarme llevar por unos instantes por el corazón y desearos un feliz y próspero Año Nuevo.