Por Fermín Goiriz Díaz
Primero y antes de iniciar mi exposición, aclaro que mi ignorancia es tan grande como la enciclopedia británica lo es en conocimientos.
Y ahora pregunto: ¿alguien sabe en qué sistema económico vivimos? Yo sí. Bajo un sistema CAPITALISTA.
El Capitalismo es muy sencillo de explicar. Unos, los menos, tienen los medios de producción y se alimentan explotando el trabajo ajeno o especulando con sus capitales. Y otros, los más, sólo tienen y venden su fuerza de trabajo a los que poseen los medios de producción a cambio de un salario que les permita subsistir.
Los capitalistas no sólo dominan los medios de producción, también dominan la “opinión” por medio de su participación directa o indirecta en los grandes grupos de comunicación, prensa escrita, radio, cine, TV…
Los capitalistas, contrarios a toda intervención del Estado en sus asuntos, no dudan, sin embargo, en reclamarle a ese Estado la solución de sus problemas ante cualquier pequeño revés en sus descomunales ganancias. Y el Estado se los soluciona cargando sobre los trabajadores en forma de impuestos directos o indirectos. Mientras ELLOS (nuestros amos), los capitalistas, se desentienden del asunto ese de ayudar al Estado y al bien común. Son los amos, no hermanitas de la caridad.
A bote pronto se me ocurren tres soluciones para arreglar esta desigualdad manifiesta. La primera sería utilizar el jueguecito ese de las urnas al que nos dejan jugar cada cuatro años y VOTARNOS a nosotros, a los nuestros y a ver qué pasa después. La segunda sería el suicidio, el nuestro claro. Drástica medida pero muy efectiva para que así, los amos, se diesen cuenta de quién tiene el mando. Tengo otra, no tan drástica como el suicidio pero muy mal vista por los medios de comunicación e incluso por la clase media adormecida o atontada (me incluyo). Dedicar una hora a la semana a pensar un poco. Ésta, sin duda, es la más peligrosa de las tres podría provocar el fin de… La Champions League ¡Muy fuerte!