Confieso que estoy ciertamente desconcertada. Me van a perdonar, pero ayer cuando vi los aplausos que la mayoría de los diputados electos dedicaban a los reyes en la apertura de la décima legislatura (creo que se prolongaron durante más de dos minutos), no entendí nada.
No porque el jefe del Estado no merezca ser aplaudido, que tal vez si, pero lo de ayer fue una especie de desagravio por las presuntas irregularidades financieras -con dinero público- cometidas por su yerno favorito, según dicen los que saben de esto. Si este es el motivo de los aplausos, los responsables políticos tendrían que pasarse el día aplaudiendo porque, lamentablemente, corrupción nos sobra. Continuar leyendo AQUÍ
Fermín Goiriz Díaz 