15 O en Ferrol y otras consideraciones

Gentes de diverso pensamiento político y estatus social (que grosería) se dieron cita ayer en la plaza 15 de Mayo (antigua plaza de Armas) para participar en la primera concentración global de la historia. No éramos muchos los allí presentes pero como rezaba en una de las pancartas «Imos amodo porque queremos chegar lonxe» y llegaron… Desde Vigo a Mondoñedo, desde Madrid a Barcelona, desde Bilbao a Sevilla, desde Valencia a Bruselas, desde París a Nueva York… Jóvenes y no tan jóvenes quizás desestructurados y con objetivos distintos dependiendo del país en el que se genera la protesta, pero con algo innegable, la razón.

Decenas de miles de jóvenes y veteranos recorriendo las calles de las principales ciudades del mundo pidiendo pacíficamente(*) un cambio de rumbo a una clase política convertida en mero instrumento de los llamados mercados… una plutocracia de facto al servicio del poder económico global. Una clase política que sonreía al unísono con los vergonzosos medios de comunicación controlados y sometidos también a la voluntad del poder económico mofándose del incipiente movimiento social… Ya no se ríen tanto.

Estos poderes que en sus juegos de sobremesa les da por mandarse un e-mail y poner patas arriba a todo el orbe, mientras nuestros electos (algo es algo) representantes convocan convenciones, G veintes y G treintas, Fondos Monetarios Internacionales, Bancos Centrales… para concluir, meses más tarde, en que la culpa de todo fue de José, de Manolita y de Agapito que se creyeron los reyes del mambo y se dedicaron a comprar áticos que les convertían en esclavos de sus amos. Amos que no sólo hunden a José a Manolita y a Agapito, les dejan sin ático, que tienen que seguir pagando, sino que, en su desmedida avaricia y con una ética inexistente, también se van a pique… pero, hete aquí que José, Manolita y Agapito, a pesar de su quiebra, seguían pagando el IVA, el IRPF… Que, casualmente, es con lo que los Joseitos, Manolitas y Agapitos pensaban conseguir  unas escuelas dignas, una pensión digna, una casa digna… Pero. Estaban equivocados, esas aportaciones al bien común tenían otro destino, sí, reflotar a los causantes verdaderos de la crisis.

(*) Salvo en Roma donde un grupo de «descontrolados» rompió la pacífica marcha del 15O.

Por Fermín Goiriz Díaz