La campana del Highland Warrior – The bell of the Highland Warrior

Es muy raro que al ver una campana en una iglesia no le haga una fotografía con la intención de poder observar con mayor detalle las posibles inscripciones que tenga. Con lo que no contaba era encontrarme con la campana del carguero Highland Warrior luciendo en un lateral de la iglesia parroquial de Santiago de Pantín. No sé ya  en cuantas ocasiones estuve haciendo fotos en el atrio de esa iglesia, ni las veces que fotografié la campana que hoy traigo a cuento pero, por el motivo que fuese, jamás le presté demasiada atención. Pero esta vez si se me ocurrió detenerme unos instantes a observar la inscripción de la misma: “HIGHLAND WARRIOR” y algo más abajo el logotipo que identificaba a la compañía propietaria del buque, la británica: “Nelson Line Ltd”.

El naufragio ocurrió el 3 de octubre de 1915 en las cercanías del Cabo Prior (Covas -Ferrol), donde el «Guerrero de las Tierras Altas» se hundió en las proximidades de la ermita de Sta. Comba  cuando realizaba la que sería su última singladura con carga y pasaje desde Londres con escala en el puerto de Coruña hasta el Río de la Plata. Todos los tripulantes y pasajeros con destino a Argentina fueron rescatados.
Y, cómo no, algunas “cosillas” del siniestrado barco fueron también “rescatadas” como la campana de babor -permítaseme la licencia- de la iglesia de Santiago de Pantín
Para más información… a patear la red, si les apetece

“…Y si a todos los insectos de la tierra les parezco repugnante ¡Me la funga!”

Hala!! Y ahora de qué va éste, dirá alguno no sin cierta razón… Sin embargo, la cosa tiene su explicación.
Estaba mirando unas fotos que hice de unos insectos muy conocidos por todos pero a uno en concreto no supe identificarlo por su nombre de “pila”, por lo que le pedí ayuda a mi colega del metal con el fin de averiguar como se llamaba y llama el bichito de marras, olvidando completamente que a ella no le agradan según que animales… Aun así, amablemente, se acercó para ver en la pantalla del ordenador el animal en cuestión. Tras una más que fugaz observación de la foto y haciendo una mueca de desagrado me dijo que no se acordaba del nombre… Al ver su cara le dije que no entendía su gesto de repugnancia hacia los insectos y que lo mismo podrían pensar ellos de nosotros que, bien mirados, tampoco somos muy agradables que digamos… Y, ahí, justo en ese momento fue cuando tras una corta argumentación sobre el por qué de su aversión hacia ciertos animales, argumentación que rebatí no muy hábilmente… me soltó lo de… “…y si a todos los insectos de la tierra les parezco repugnante ¡Me la funga!”