Sin duda el último lugar en el que podía imaginarme semejante afrenta a las buenas costumbres era en el «Feirón de Cedeira» celebrado el domingo pasado ¡Por dios! ¡A dónde vamos a llegar! (esto se va pareciendo a un artículo de cierta prensa de los años 40 ó 50… Porque ahora ya no existe ese tipo de prensa ¿no?), continúo… Como todo el mundo sabe, las pasiones pueden ser la causa de la perdición del hombre. A un hombre puede perderle la pasión del juego, la bebida o las mujeres… cosa disculpable hasta cierto límite. Pero, lo que ya no se puede consentir es que ese hombre, débil por naturaleza, sea incitado a las pasiones bajas en un mercadillo al que, cándidamente, va a comprar unas inocentes zanahorias acompañado de su esposa ¡dios mío!
P.D.
Por si alguno no se enteró, esto es una coña (broma).